A modo de introducción, comenzamos este artículo explicando que Aula UMAS es una iniciativa formativa de UMAS Seguros que busca ofrecer a sus mutualistas herramientas y conocimientos esenciales para afrontar los desafíos actuales. Comprometida con el acompañamiento y la protección de instituciones religiosas, educativas y del tercer sector, este proyecto impulsa la formación continua en áreas clave como la gestión de riesgos, la prevención y la seguridad. A través del Aula UMAS, se refuerza el compromiso con el bienestar y la sostenibilidad de las entidades aseguradas, promoviendo valores de responsabilidad y apoyo mutuo.
En el contexto de Aula UMAS, en su última sesión de noviembre del año pasado, bajo el título “Cuidando con ética y ternura”, se quiso profundizar en el tan necesario enfoque de la ética del cuidado como respuesta esencial a la creciente vulnerabilidad y dependencia de las personas mayores en la sociedad contemporánea.
Este enfoque promueve una atención integral que combina competencia técnica con sensibilidad humana, reconociendo la dignidad y autonomía de cada individuo. La ética del cuidado destaca la importancia de reconocer la vulnerabilidad humana y la interdependencia entre las personas. Cuidar no es solo una acción individual, sino una responsabilidad colectiva que implica empatía, compromiso y solidaridad. Este enfoque exige integrar el cuidado en el ámbito público, superando su visión tradicionalmente privada, para convertirlo en un valor social central.
Desde esta perspectiva, cuidar implica no solo cubrir necesidades básicas, sino también atender las dimensiones emocionales, sociales y espirituales de las personas. Esto cobra especial relevancia en el cuidado de los mayores, donde la calidad de vida debe ser un objetivo prioritario. Integrar prácticas que respeten la dignidad, promuevan la autonomía y fortalezcan los lazos afectivos es esencial para un cuidado ético y completo.
El “cuidado” en el mundo asegurador
Partiendo de esta reflexión inicial, desde UMAS nos parece muy interesante poner de manifiesto que, en el mundo asegurador, la mutualización de riesgos refleja la misma lógica de solidaridad. Este principio consiste en compartir riesgos de manera colectiva, protegiendo a los individuos frente a situaciones adversas. Las mutuas de seguros, como es UMAS, encarnan este modelo, donde los beneficios no se destinan al lucro, sino a la mejora de las condiciones de los mutualistas. Este sistema garantiza estabilidad económica y distribuye responsabilidades de forma equilibrada
Este modelo mutualista se basa en principios de igualdad y colaboración, donde el bienestar individual está intrínsecamente ligado al bienestar colectivo. A través de la mutualización de los riesgos, se contribuye a reducir los riesgos y se genera un entorno más seguro y predecible para todos.
Parentesco entre cuidado y aseguramiento: una cultura compartida
Desarrollar una cultura del cuidado hacia nuestros mayores y fomentar una cultura aseguradora tienen un vínculo profundo. Ambos enfoques reconocen la vulnerabilidad humana y apuestan por soluciones colectivas frente a los desafíos sociales. En el cuidado de mayores, se busca proteger su dignidad y bienestar. En el ámbito asegurador, se protege a las personas frente a imprevistos que afectan su estabilidad económica. Ambos sistemas promueven la confianza y la corresponsabilidad.
La convergencia de estos enfoques también revela la necesidad de educar a la sociedad en la importancia de la previsión y la planificación. Así como el cuidado de los mayores requiere preparación y compromiso, el aseguramiento solidario exige conciencia y participación activa para fortalecer el tejido social.
Ética de una cultura aseguradora como pilar social
Impulsar una cultura aseguradora va más allá de contratar seguros; implica asumir la responsabilidad colectiva de proteger a los más vulnerables. Así como cuidar de los mayores es una obligación ética que fortalece el tejido social, participar en sistemas de aseguramiento solidario refleja un compromiso social. Esta cultura fomenta la previsión, la responsabilidad y la cooperación, contribuyendo a la estabilidad económica y social.
Además, fomentar esta cultura aseguradora implica reconocer que la protección no debe limitarse al ámbito económico, sino extenderse al bienestar emocional y social de las personas. Las aseguradoras, al igual que las instituciones de cuidado, tienen la capacidad de influir positivamente en la calidad de vida de sus beneficiarios, promoviendo prácticas que integren el bienestar integral.
Propuestas para integrar cuidado y aseguramiento
Para avanzar hacia una sociedad más cohesionada, es fundamental implementar políticas que refuercen tanto la ética del cuidado como la cultura aseguradora. Algunas propuestas incluyen:
- Programas de educación y sensibilización: Difundir la importancia del cuidado y del aseguramiento solidario desde edades tempranas, integrando estos valores en la educación formal.
- Alianzas público-privadas: Fomentar colaboraciones entre el sector asegurador y las instituciones de cuidado para desarrollar programas que beneficien a las personas mayores y vulnerables.
- Incentivos para la participación: Ofrecer incentivos fiscales o beneficios sociales a quienes participen activamente en sistemas de cuidado y aseguramiento solidario.
- Diseño de productos aseguradores inclusivos: Crear productos adaptados a las necesidades de las personas mayores, que consideren aspectos físicos, emocionales y sociales.
Conclusión
La ética del cuidado y la cultura aseguradora son pilares fundamentales para una sociedad cohesionada y solidaria. Ambas abogan por reconocer nuestra interdependencia y asumir responsabilidades compartidas. Al integrar estos principios, no solo garantizamos el bienestar de las personas mayores, sino también construimos comunidades más resilientes y justas, donde la solidaridad y la protección mutua son valores esenciales. Desarrollar y fortalecer estos pilares contribuye a una sociedad que cuida, protege y valora a todos sus miembros.
