Ciberseguridad: Protección esencial en la era digital

La importancia de la concienciación sobre los riesgos cibernéticos

La falta de concienciación sobre los riesgos cibernéticos es una de las mayores amenazas para cualquier organización o individuo. Muchas personas y entidades no son conscientes de la cantidad de datos personales y sensibles que manejan a diario ni de lo vulnerables que son estos datos a los ataques. Esta falta de conocimiento puede llevar a prácticas inseguras, como el uso de contraseñas débiles, la apertura de correos electrónicos sospechosos, o la falta de actualizaciones de software, que pueden ser fácilmente explotadas por ciberdelincuentes.

El Balance de Ciberseguridad que realiza el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) pone de manifiesto la, cada vez mayor, incidencia de los riesgos y ataques cibernéticos en nuestra sociedad. En el año 2023 se gestionaron más de 83.517 incidentes, un aumento del 24% respecto a 2022. Los más frecuentes afectaron a la ciudadanía y empresas.  3 de cada 10 incidentes estuvieron relacionados con fraudes online y suplantación de identidad. Estos datos muestran un claro aumento en los incidentes de ciberseguridad y subrayan la importancia de las medidas preventivas y formativas para la mitigación de riesgos cibernéticos.

Empecemos por algo básico que no todo el mundo tiene tan claro ¿Qué es la Ciberseguridad?

Es el conjunto de prácticas, tecnologías y procesos de ciberseguridad diseñados para proteger sistemas, redes y datos de ataques cibernéticos. En un mundo cada vez más interconectado, la ciberseguridad se ha convertido en un elemento crítico no solo para proteger la información personal y empresarial, sino también para garantizar la continuidad de las operaciones y la confianza en el entorno digital.

Cuáles son los riesgos más comunes y qué consecuencias pueden tener

En colegios, parroquias, fundaciones y residencias, los ataques cibernéticos más comunes suelen estar orientados a explotar vulnerabilidades específicas de estos entornos. Entre los más comunes podemos destacar:

Phishing y Spear Phishing

Los atacantes envían correos electrónicos fraudulentos que parecen proceder de fuentes confiables, como administradores de sistemas, proveedores de servicios o incluso compañeros de trabajo, para engañar a los usuarios y hacer que revelen información confidencial, como contraseñas o datos personales.

Consecuencias: Acceso no autorizado a cuentas de correo electrónico, robo de información personal de estudiantes, empleados o miembros de la comunidad, y posible suplantación de identidad para realizar un fraude financiero.

Ransomware

Este tipo de malware cifra los datos en los sistemas de la institución y exige un rescate para devolver el acceso. Los ciberataques en colegios, parroquias, fundaciones y residencias se suelen llevar a cabo porque a menudo manejan información sensible y pueden no contar con sofisticadas medidas de seguridad.

Consecuencias: Interrupción de las operaciones diarias, pérdida de acceso a datos críticos (como registros de estudiantes o información financiera), y costos significativos asociados con el pago del rescate (si se opta por esa vía) o la recuperación de datos.

Robo de datos

Este ataque busca obtener acceso a bases de datos que contienen información sensible, como datos personales de estudiantes, residentes, empleados, donantes o miembros de la congregación.

Consecuencias: Violación de la privacidad, exposición de datos personales y financieros, demandas legales y pérdida de confianza por parte de la comunidad.

Ataques de denegación de servicio (DDoS)

Los atacantes inundan los servidores de la institución con un tráfico excesivo, lo que provoca que los sistemas se vuelvan inoperativos. Este tipo de ataque puede ser utilizado como una distracción mientras se lleva a cabo otro tipo de intrusión más sutil.

Consecuencias: Interrupción del acceso a recursos en línea, como plataformas educativas en colegios, sistemas de gestión en fundaciones o residencias, y sitios web de parroquias. Esto puede afectar la comunicación con la comunidad y la gestión diaria.

Suplantación de identidad (Business Email Compromise)

Los atacantes se hacen pasar por figuras de autoridad dentro de la organización (como el director de un colegio o el sacerdote de una parroquia) o como proveedores de la institución, y envían correos electrónicos fraudulentos para solicitar transferencias de dinero, pagos de facturas o acceso a información sensible.

Consecuencias: Fraudes financieros, donde fondos de la institución son transferidos a cuentas de los atacantes, y compromiso de la información confidencial.

Explotación de vulnerabilidades en software y sistemas no actualizados

Muchas instituciones utilizan software y sistemas que no siempre se actualizan de manera regular, lo que las hace vulnerables a ataques que explotan estas fallas de seguridad conocidas.

Consecuencias: Acceso no autorizado a sistemas, pérdida de datos, y compromisos de seguridad que pueden ser explotados para otros ataques como ransomware o robo de datos.

Secuestro de redes sociales

Los atacantes pueden tomar control de las cuentas de redes sociales de la institución para difundir información falsa, solicitar donaciones fraudulentas o dañar la reputación de la organización.

Consecuencias: Daño reputacional, pérdida de confianza por parte de la comunidad, y posible impacto financiero si los atacantes utilizan las cuentas para solicitar fondos de manera fraudulenta.

Qué podemos hacer para protegernos

Para mitigar los riesgos, es fundamental que tanto individuos como organizaciones sepan cómo protegerse de los ataques cibernéticos. En este sentido, nos parece muy útil el decálogo de ciberseguridad que publica el INCIBE:

  1. Análisis de riesgos: Realizar un análisis de riesgos para identificar amenazas y proponer medidas de prevención contra ciberataques. Utilizar herramientas de autodiagnóstico para evaluar la ciberseguridad de la empresa.
  2. Plan director de seguridad: Elaborar un plan que defina los objetivos de seguridad, recursos necesarios y responsables de ejecución, basado en los riesgos identificados.
  3. Control de acceso a la información: Establecer quién puede acceder a qué información y cómo se controla este acceso para proteger los datos y sistemas.
  4. Copias de seguridad: Realizar copias de seguridad regularmente, probar su restauración y considerar cifrar la información para recuperarla en caso de incidentes.
  5. Herramientas de protección contra ciberataques: Instalar y mantener actualizadas herramientas como antivirus y antimalware en todos los dispositivos y sistemas.
  6. Actualizaciones: Mantener todas las aplicaciones y sistemas actualizados para cerrar brechas de seguridad y evitar vulnerabilidades.
  7. Proteger las comunicaciones: Reforzar la seguridad de las telecomunicaciones utilizando protocolos seguros, monitoreo de actividades y VPN.
  8. Proteger la información: Proteger la información sensible tanto en tránsito como almacenada usando criptografía y asegurando su eliminación segura.
  9. Plan de continuidad de negocio: Desarrollar un plan de contingencia para responder rápidamente a incidentes de seguridad y restaurar la actividad normal.
  10. Formación en ciberseguridad: Sensibilizar y formar a los empleados en buenas prácticas de seguridad digital, detección de amenazas cibernéticas y uso de contraseñas seguras.

Coberturas clave en los seguros de ciberseguridad

Aunque no está incluido en el decálogo anterior, y dado el creciente número de ataques cibernéticos y su impacto potencial, cada vez más organizaciones están optando por contratar seguros de ciberseguridad. Estos seguros pueden cubrir los costos asociados a la recuperación de datos, las pérdidas financieras, y las demandas legales que puedan surgir a raíz de un ataque. A continuación, detallamos algunas coberturas que se puede contratar:

  • Descuidos de empleados: errores cometidos por los empleados que desencadenan una brecha de datos o un fallo en la seguridad.
  • Ataques de ciberdelincuentes: cualquier ataque digital contra el negocio.
  • Caídas de sistemas informáticos: en caso de que los sistemas sufran un incidente que impida trabajar, el seguro puede cubrir la pérdida de beneficios a través de una indemnización fija por día, protegiendo así́ la continuidad del negocio y su liquidez.
  • Incumplimiento involuntario de la normativa de protección de datos: cubre la responsabilidad y el coste de defensa por investigaciones regulatorias tras una brecha de datos, incluso sanciones por incumplimiento voluntario.
  • Fraude y crimen financiero: Transferencias fraudulentas incluido cuando suplantan la identidad de un cliente, proveedor o directivo.
  • Extorsión cibernética: cibercriminales secuestran los sistemas o datos extorsionando con la publicación de la información.
  • Demandas de terceros por el fallo de los sistemas.

 

Un seguro de ciberriesgo es, por lo tanto, una herramienta crucial para mitigar los riesgos financieros y operativos asociados con los ciberataques, ofreciendo tanto protección económica como acceso a recursos especializados para gestionar y recuperarse de estos incidentes.

Invertir en un seguro de ciberseguridad es una estrategia efectiva de mitigación que puede salvar a la organización de pérdidas catastróficas.

Conclusión: La ciberseguridad, una responsabilidad compartida

La ciberseguridad no es solo una preocupación técnica, sino una responsabilidad compartida por todos los niveles de una organización. La concienciación sobre ciberseguridad, la adopción de medidas preventivas y el respaldo de un seguro de ciberseguridad son fundamentales para proteger tanto la información como la continuidad operativa. En la era digital, estar preparado no es una opción, es una necesidad.

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